sábado, 10 de junio de 2017

EL JUICIO-FARSA DEL AÑO.

La abogada Cristina Martínez Benítez de Lugo nos cuenta los interiores e irregularidades del juicio que se sigue en Marruecos contra 24 presos saharauis del grupo de Gdeim Izik
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AL.- En cinco meses de juicio contra los presos saharauis de Gdeim Izik se han  visto todo tipo de irregularidades, hasta como dos abogadas eran sacadas violentamente de la sala del tribunal por la policía, a pesar de la insistencia del presidente del Tribunal en vender la transparencia y equidad del proceso.
Llevan seis años y medio de prisión preventiva, padecieron torturas –Marruecos fue condenado por el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas por las que sufrió el procesado Naama Asfari- y fueron sentenciados a penas de veinte años a cadena perpetua por un tribunal militar, declaradas nulas posteriormente por falta de pruebas. Su delito,  participar en el campamento que 20.000 saharauis levantaron a 12 kilómetros de El Aaiún para pedir mejoras sociales y que fue violentamente arrasado por el ejército y las fuerzas de seguridad marroquíes en noviembre de 2010.
La vista contra los 24 procesados, interrumpida en varias ocasiones,  se reanuda el 5 de junio, en un juicio en el que los procesados decidieron plantarse y no volver  a la sala por considerar que es una farsa y que la sentencia, aunque formalmente la impondrá el Tribunal, la dictará el gobierno marroquí; dicen que  es un caso político.
Cristina Martínez Benítez de Lugo, letrada del Colegio de Abogados de Madrid, relata algunas de las irregularidades que ha constatado como observadora en el juicio que se lleva a cabo en Salé (Marruecos):
Tras el plante de los acusados, el presidente del Tribunal exigió a las dos abogadas francesas decidir sobre su continuidad en el juicio con un sí o un no. Ante la voluntad de las abogadas de expresarse, como habían hecho sus compañeros, el presidente ordenó que saliesen de la sala: fueron sacadas a la fuerza y en volandas por policías de uniforme y de paisano. La letrada Olfa Ouled sufrió una lesión en un brazo.
El presidente nombró a cuatro abogados de oficio y ordenó seguir el proceso sin que los letrados pudiesen  estudiar el sumario.

viernes, 9 de junio de 2017


jun 8 a las 8:51 PM
PÚBLICO, 6 junio 2017
Ana Miranda
Portavoz en el Parlamento Europeo del BNG, que forma parte de la Alianza Libre Europea. Observadora internacional en los juicios de Gdeim Izik. 
Escribo desde el Tribunal de Sale en Rabat (Marruecos) donde hemos podido entrar después de un fuerte control, de requisarnos teléfonos y evitar cualquier comunicación al mundo. Tampoco se permite pasar agua. Un clásico. En las puertas, las familias de los presos saharauis, han venido de lejos. Mucha prensa y tensión acumulada en la rabia de no ver a los tuyos en siete largos años, en la rabia de la manipulación y la mentira.
No estamos ante un juicio ordinario, sino delante de un juicio político que ha empañado la luz idílica y tan artificial que Marruecos había construido sobre su imagen internacional de transición democrática. Una trama prefabricada y maquillada de legalidad para minar, un poco más, la causa del pueblo saharaui. Marruecos, con su dirigencia corrupta y su miedo a perder el control después de varios avisos venidos de Bruselas, es muy consciente de que debía magnificar el trato hacia su opinión pública, hasta tal punto que este juicio dura casi 7 largos años. Ese prolongamiento forzado pretende debilitar al movimiento  saharaui y ejemplificar ante movilizaciones semejantes. La libertad de expresión, la información, asociación y manifestación brillan por su ausencia. La sombra de Marruecos es larga y se prolonga al mundo, con coacción, contrainformación e intolerancia, por supuesto, con sus cómplices, también en Europa. Lo hemos vivido quienes fuimos miembros del Parlamento Europeo, con el caso de Aminetou Haidar, con nuestra lucha para excluir de los acuerdos bilaterales con la Unión Europea al Sahara Occidental, en cuyos debates, el Reino desplegaba su diplomacia feroz a coaptar a los eurodiputados que se dejaban y a presionar a sus gobiernos. A nosotros, a las y los que defendemos la causa del pueblo saharaui, no nos engañaron nunca, con su manto de arrogancia.
¿Cuándo empezó?