La abogada Cristina Martínez Benítez de Lugo nos cuenta los interiores e irregularidades del juicio que se sigue en Marruecos contra 24 presos saharauis del grupo de Gdeim Izik
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AL.- En cinco meses de juicio contra los presos saharauis de Gdeim Izik se han visto todo tipo de irregularidades, hasta como dos abogadas eran sacadas violentamente de la sala del tribunal por la policía, a pesar de la insistencia del presidente del Tribunal en vender la transparencia y equidad del proceso.
Llevan seis años y medio de prisión preventiva, padecieron torturas –Marruecos fue condenado por el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas por las que sufrió el procesado Naama Asfari- y fueron sentenciados a penas de veinte años a cadena perpetua por un tribunal militar, declaradas nulas posteriormente por falta de pruebas. Su delito, participar en el campamento que 20.000 saharauis levantaron a 12 kilómetros de El Aaiún para pedir mejoras sociales y que fue violentamente arrasado por el ejército y las fuerzas de seguridad marroquíes en noviembre de 2010.
La vista contra los 24 procesados, interrumpida en varias ocasiones, se reanuda el 5 de junio, en un juicio en el que los procesados decidieron plantarse y no volver a la sala por considerar que es una farsa y que la sentencia, aunque formalmente la impondrá el Tribunal, la dictará el gobierno marroquí; dicen que es un caso político.
Cristina Martínez Benítez de Lugo, letrada del Colegio de Abogados de Madrid, relata algunas de las irregularidades que ha constatado como observadora en el juicio que se lleva a cabo en Salé (Marruecos):
–Tras el plante de los acusados, el presidente del Tribunal exigió a las dos abogadas francesas decidir sobre su continuidad en el juicio con un sí o un no. Ante la voluntad de las abogadas de expresarse, como habían hecho sus compañeros, el presidente ordenó que saliesen de la sala: fueron sacadas a la fuerza y en volandas por policías de uniforme y de paisano. La letrada Olfa Ouled sufrió una lesión en un brazo.
–El presidente nombró a cuatro abogados de oficio y ordenó seguir el proceso sin que los letrados pudiesen estudiar el sumario.
