A: SU MAJESTAD EL REY DON FELIPE VI
Majestad:
En nombre de la Asociación “Saharauis indignados”, y en el mío propio, deseo felicitarle por su brillante discurso pronunciado en la sede de las Naciones Unidas, lleno de iniciativas y de respeto a todos los seres humanos. Hemos visto que no faltó la mención al Sáhara Occidental.
No hace falta que le recordemos que nuestro país ha sido invadido por el reino de Marruecos, por lo que aún ostenta el triste título de ser la última colonia del continente africano, a lo que, lamentablemente, contribuyó un pasado gobierno español. Por el contrario, también tenemos que decir que es la ayuda humanitaria del pueblo español, quien siente como suyo el sufrimiento de los saharauis, la que nos ayuda a subsistir en campamentos de refugiados, desde hace más de cuarenta y un años. En ellos, vemos crecer a nuestros hijos faltos de alimentos, de medicamentos y hasta de juguetes.
Pero soportamos esa pobre vida en un desierto inhóspito esperando una solución que no acaba de llegar. Porque no acaba de llegar un referéndum de autodeterminación en el que podamos hablar los saharauis. Lamento tener que decir que la descolonización de nuestra tierra es un problema de España, cuya máxima jefatura usted ostenta. A muchos aún nos queda la esperanza de que una intervención suya nos otorgue lo que la comunidad internacional no ha sabido ofrecernos después de tantos años. Confiamos en que algo pueda hacer Su Majestad para rectificar aquel acuerdo tripartito de Madrid, que dejó a nuestro pueblo a merced de un tirano irrespetuoso con los Derechos Humanos.
Algo esperamos también de un nuevo Secretario General de la ONU, que procede de un país que colaboró con las Naciones Unidas para que su ex colonia de Timor Oriental alcanzara su independencia. Ojalá él y Su Majestad coincidan en que un Sáhara independiente aporta mayor seguridad y beneficios para Europa y para África, que un Marruecos grande y poderoso que amenace con Ceuta y Melilla, o con la inmigración y el tráfico de drogas. Un Sáhara Occidental libre (al que el tiempo le va privando de la vieja generación hispanófona, que aún se recuerda como formada por antiguos españoles) desearía restablecer con España lazos de afecto y de cooperación en la explotación de sus muchas riquezas, como primer socio económico de su antigua colonia.


